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EL VINO

Una vez obtenido el vino, este, según las posibilidades de cada familia, era destinado tanto al consumo familiar como a su venta. Los excedentes eran vendidos en las pequeñas “cantinas” insulares o exportados al resto de las islas, preferentemente a La Gomera, Tenerife y Gran Canaria, donde siempre tuvieron buena aceptación.

Era transportado en barriles por las bestias, utilizando los caminos de herradura y reales para bien, distribuirlo por los pueblos, o para embarcarlo en veleros por los puertos de Punta Grande o la Estaca. Históricamente fueron estos los principales puertos de exportación de vino, aunque existieron otros lugares de embarque aprovechados eventualmente por las falúas, veleros o vapores, como el de la Punta del Palo, en Sabinosa.

Para la mayoría de los vecinos, pequeños viticultores, el único ingreso monetario que entraba en sus hogares, necesario para la compra de los productos de primera necesidad, procedía del vino.

El vino no era solo un bien económico, acompañaba al herreño en sus faenas agrícolas, invitaciones, celebraciones, actos religiosos o folklóricos, gastronomía,… y por todo ello, producido con celo y mimo, era símbolo de la realización personal y del prestigio social.

El vino impregnaba la vida herreña, y hoy es, cultura viva de la historia del Valle del Golfo y de la isla, presente en el paisaje, en la sociedad, en la economía,… son vestigios de la importancia que tuvo el preciado líquido, a lo largo de los siglos, en la maltrecha economía de sus habitantes. El Parque Rural de Frontera les invita a reconocerlos.